Page 8 - Libro Virtual
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©Freepik  Tuvieron miedo. Huyeron.

                                         Toda la noche estuvo Chancho-rengo arrojado en la hojarasca. No estaba muerto: se
                                         moría.
                                         Nada iguala la crueldad de lo ciego, y el machete meneado ciegamente le dejó un
                                         mechoncillo de hilachas de vida.
                                         El frío de la madrugada. Una cosa pesaba en su pecho. Movió —casi no podía— la
                                         mano. Tocó algo áspero y entreabrió los ojos.
                                         El alba floreaba de violetas los huecos del follaje que hacía encima un techo.
                                         Le parecía un cuarto. El cuarto de un velorio. Con raras cortinas azules y negras.
                                         Lo que tenía en el pecho era el guaraguao.
                                         —Ajá eres vos, ¿Arfonso? No... No... me comas... un... hijo... no...muesde... ar... padre...
                                         loj... otros...
                                         El día acabó de llegar. Cantaron los gallos del monte. Un vuelo de chocotas muy bajo:
                                         muchísimas. Otro de chiques, más alto. Una banda de micos de rama en rama cruzó
                     chocotas. Aves muy   chillando.
                     inquietas, de colores   Un gallinazo pasó arribísima.
                     poco vistosos y cola
                     larga.              Debía haber visto.
                     chiques. Aves       Empezó a trazar amplios círculos en su vuelo. Apareció otro y comenzó la ronda negra.
                     pardas, con algunas   Vinieron más. Como moscas. Cerraron los círculos. Cayeron en loopings. Iniciaron la
                     plumas de color     bajada de la hoja seca.
                     naranja.            Estaban alegres y lo tenían seguro.
                     micos. Monos.       ¿Se retardarían cazando nubes?
                     loopings. Acrobacias   Uno se posó tímido en la hierba, a poca distancia.
                     de vuelo rápido y   El hombre es temible aún después de muerto.
                     vertical.           Grave como un obispo, tendió su cabeza morada.
                     espolazo. Golpe con   Y vio al guaraguao.
                     la espuela.         Lo tomaría por un avanzado. Se halló más seguro y adelantóse. Vinieron más y se
                     congéneres. Seres   aproximaron aleteando.
                     de la misma especie,   Bullicio de preparativos del banquete.
                     parientes.
                                         Y pasó algo extraño.
                                         El guaraguao como gallo en su gallinero atacó, espoleó, atropelló. Resentidos se
                        El autor         separaron, volando a medias, todos los gallinazos. A cierta distancia parecieron
                                         conferenciar: ¡qué egoísta! ¡Lo quería para él solo! Encendía la mañana. Todos los
               Joaquín Gallegos Lara     intentos fueron rechazados. Un chorro verde de loros pasó metiendo bulla.
                                         Los gallinazos volaron cobardemente más lejos.
               (Guayaquil, 1911-1947)
                  Perteneció al “Grupo   Al mediodía la sangre del cadáver estaba cubierta de moscas y apestaba.
                    de Guayaquil”, un    Las heridas, la boca, los ojos, amoratados.
                  grupo de escritores    El olor incitaba el apetito de los viudos. Vino otro guaraguao. Alfonso, el del Chancho-
                   del realismo social   rengo, lo esperó, cuadrándose. Sin ring. Sin cancha. No eran ni boxeadores ni gallos.
                 ecuatoriano. Escribió   Encarnizadamente pelearon.
                  la famosa novela las   Alfonso perdió el ojo derecho, pero mató a su enemigo de un espolazo en el cráneo.
                 cruces sobre el agua.   Y prosiguió espantando a sus congéneres.
                                         Volvió la noche a sentarse sobre la sabana.
                                         Fue así como...
                                         Ocho días más tarde encontraron el cadáver de Chancho-rengo. Podrido y con un
                                         guaraguao terriblemente flaco —hueso y pluma— muerto a su lado.
                                         Estaba comido de gusanos y de hormigas, no tenía la huella de un solo picotazo.

                                                                                                 Joaquín Gallegos Lara


               62   Lengua y Literatura
                    9.º EGB





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         Lengua 9 EGB Cultiva.indb   62                                                                              14/3/25   10:00
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